La fiesta nacional en España y en los países cercanos

El 12 de octubre se celebra el “día de la hispanidad”, remoción semántica de la hoy imposible denominación “día de la raza”, que por decenios fue como se tituló a tal efemérides. El 12 de octubre glorifica la conquista de América. La celebración del colonialismo es pues la fiesta nacional. Los valores patrios del nacionalismo español, si entendemos que la fiesta nacional ensalza eso, siguen atrapados en un relato premoderno de festejo de hazañas de mal gusto.

Si prestamos atención a los países que son el espejo en el que nos miramos, los días señalados como fiesta nacional tienen una significación completamente distinta. Celebran la democracia, la república o algún proceso significativo en la construcción de imaginarios de progreso y civilización.

Los franceses celebran el 14 de julio, día del asalto a la Bastilla en 1789, y con ello el inicio de la revolución francesa. Los norteamericanos el 4 de julio, conmemorando su independencia del dominio británico. Los italianos en su fiesta nacional, señalada el 2 de junio, brindan por la república de 1946, tras la derrota del fascismo. Los alemanes celebran el 3 de octubre por su reunificación de 1990. Los portugueses señalan el fallecimiento del escritor Luís Vaz de Camoes ocurrido un 10 de junio (1580) como fiesta nacional. Los griegos ensalzan su No al ultimátum lanzado por Mussolini el 28 de octubre 1940. El 21 de julio, Bélgica, sede de la capital de la UE, celebra el día de su construcción nacional. Incluso, entre los bárbaros más próximos (los rusos, por supuesto) no se celebran conquistas ni colonialismos, sino el nacimiento de la nueva república (12 de junio) tras la desaparición de la URSS. El resto de países del mundo que fue sometido al colonialismo celebra como día nacional el que marcó su fecha de independencia, y con ello la derrota de las metrópolis.


El nacionalismo español desfila el 12 de octubre celebrando el colonialismo, y apostilla el mal gusto con los legionarios que marchan bajo la X Bandera Millán Astray.

La gran borrachera del 23 de febrero de 1981

No sé cómo serán ahora los mandos militares ni, por extensión, los de la guardia civil, pero por mi contacto con ellos en 1980, cuando me to...